Amados estudiantes:
Estáis dotados de dones que os
acompañan y que debéis desarrollar. Poseéis mente, que os permite reflexionar y
discurrir entre el mar complejo de conceptos e ideas y tenéis un principio
llamado astral, el cual os permite “sentir”. Ambos principios, el mental y el
astral, compenetran al cuerpo físico, el principio constitutivo más denso en el
plano físico cósmico.
Queremos hoy dar una instrucción
especial respecto de esos dos principios constitutivos de vuestra naturaleza
humana: el astral y el mental; porque es allí donde se presenta la mayor traba
para el avance espiritual de los estudiantes. No nos detendremos a describir en
detalle estos dos principios, porque ya tenéis instrucción detallada en tal
sentido que fue dada a la humanidad hace tiempo. Todas las escuelas metafísicas
y esotéricas tienen información al respecto, y en general, bastante correcta.
Aquí vamos a basarnos en esos conocimientos que ya poseéis; es decir, que esta
lección podrá ser bien asimilada por los estudiantes que ya han dado el primer
paso, el de estudiar la constitución
humana oculta. Quien no lo haya hecho aún, tendrá mayor dificultad para
entender correctamente lo que en adelante se explicará.
Comenzaremos con el PRINCIPIO
ASTRAL. Este principio posee 4 grados de
desarrollo. El primer grado de desarrollo corresponde a la etapa inicial de
vida individual autoconsciente, es decir, a la serie de reencarnaciones que el
alma humana atraviesa desde el momento de la individualización de la mónada
hasta su primer indicio de despertar consciente. Esto ocupa, para la mónada en
proceso “ascendente”, cientos de vidas. Durante esta 1ª etapa, el Ego (en su
cuerpo causal) está aún adormecido como en un tranquilo sueño, y el avance es
lento y pleno de dificultades. El peregrino aún no conoce las Leyes
Universales, y por lo tanto su caminar es
a ciegas y es por ello que se topa con experiencias de vida en las que
incurre en error permanentemente. El camino es aquí a través del error y el dolor,
razón por la cual en esta 1ª etapa el aprendizaje es tan lento, pero las
huellas que deja en el cuerpo causal, aunque sea pocas, son profundas.
El
principio corporal astral es para el ser
humano en esta etapa, como un espejo sensible a emociones muy básicas y densas,
reflejándose sólo condiciones como el instinto de supervivencia, el miedo, la
ira, el instinto sexual, el hambre y la sed, etc. (y aunque éstas últimas son
más físicas que astrales, tienen incidencia astral). Por lo tanto el principio
astral responde en este ciclo inicial solo con una porción de sus posibilidades
latentes; con la porción más densa e inferior de su estructura, los subplanos
5to, 6to y 7mo; mientras que los subplanos desde el 1ro (el superior y más
sutil) al 4to, aún permanecen inactivos.
Hasta
aquí podemos ver que en las experiencias relacionadas con la 1ª etapa de
evolución del hombre, solo parte de sus principios comienzan a funcionar,
activándose la materia correspondiente a la parte más densa y material de su
naturaleza. Ahora bien, cuando el principio evolutivo y constructivo de los
principios inferiores del templo humano está ya maduro en su 1ª etapa (y esto
ocurre al “llenarse” los subplanos 5to, 6to y 7mo de vibraciones
correspondientes que han dado “vida” y movimiento a esa parte del plano
astral), entonces un rayo desde la región superior, espiritual, desciende al
cuerpo causal, refractándose esta energía en la región astral-mental. Éste,
podría decirse que es como “el 1er “llamado” del espíritu al alma humana. Es
incipiente, casi inconsciente, pero muy efectivo, pues en el hombre se despierta
por primera vez un interés distinto de las atracciones materiales y básicas que
hasta ahora eran el motivo de su vida; se siente atraído por el arte, o por la
religión, o tiene un fuerte interrogante sobre su vida que lo lleva a la
filosofía… Lo cierto, es que encuentra una motivación diferente, por primera
vez. Esto puede “sentirlo”, porque el rayo espiritual que ha descendido desde
sus principios superiores (Átmico-monádico) moviliza y hace vibrar de especial
manera, y por 1ra vez, el 4to subplano de la materia astral de su constitución;
es por este motivo que para el ser humano en esta etapa, es algo nuevo y
revelador lo que comienza a vivir. Es un verdadero “despertar”, a ese nivel.
El
4to subplano del principio astral es el intermedio, y como tal, es el “subplano
bisagra” entre lo superior y lo inferior.
Mientras los 3 subplanos más densos del astral adquieren “vida” en
virtud del roce material en la vida física, los 3 subplanos más sutiles (1ro,
2do y 3ro) recogen materia de vitalización en virtud de su contacto con la vida
anímica y con los principios superiores. Por lo tanto, el 4º subplano estará
sujeto en esta etapa a un “bombardeo” desde lo inferior, físico y denso; y
desde lo superior (aunque al principio, con menor fuerza e incidencia que lo
inferior)
Esta
nueva etapa, la 2da de las cuatro, es la de desarrollo astral que lleva al
peregrino a su primera iniciación menor,
y es la correspondiente al ‘primer despertar’, el que produce un “despegue” en
el hombre de su parte animal e instintiva hacia lo superior. Este “llamado” no
puede catalogarse en la primera etapa del despertar como algo realmente
“espiritual”, ya que como dijimos es solo el reflejo de la Voluntad monádica que en
forma muy imperfecta aún, hace impacto en la región de la personalidad humana.
Sin embargo, es el inicio de un nuevo camino, y muy importante es. En la
humanidad actual aún existe un grupo no menor, que no ha llegado a este paso; y
es desde este paso en adelante, que el proceso de despertar progresivo del
sueño de la materia comienza a desplegarse y a suceder.
En
síntesis, la 2da etapa en el desarrollo del principio astral corresponde al
despertar vibracional del punto medio (4to subplano) del principio astral. La
consumación de la 2da etapa de desarrollo astral ocurre cuando la materia del
4to subplano de este principio ha ganado influencia superior y se ha
establecido con mayor eficacia.
Siendo este subplano intermedio
una región “de lucha”, entre las atracciones de lo inferior y las influencias
de lo superior, se establece con solidez la 2da etapa de desarrollo astral al
predominar, en el 4to subplano, las influencias superiores sobre las
inferiores. Aunque la “lucha interior” sigue, y seguirá todavía por mucho
tiempo más, la primera gran batalla ha sido ya ganada, y se puede decir que el
Ego, en su plano causal (mental superior) despierta de su tranquilo sueño,
aunque levemente. Esto coincide con la consumación de la 1ª iniciación. Como se podrá ver, todo se corresponde y se
relaciona.
La
3ra etapa referente al desarrollo del principio astral, ocurre en dos sentidos
simultáneamente, ya que a medida en que se va despertando materia del 3er
subplano, comienza una gran purificación de toda la materia astral inferior. Este
proceso corresponde a la 2ª iniciación
menor.
Aquí cabe una aclaración; se ha señalado
una correspondencia entre las tres primeras iniciaciones humanas y los tres
principios más densos de la constitución del hombre; diciendo que la 1ª
iniciación se relaciona con el principio físico, la 2ª con el astral, y la 3ª
con el principio mental y sus respectivos desarrollos. Esto es una
simplificación que presta a confusión. Durante las iniciaciones se mueven
energías combinadas en diferentes chakras de la persona humana y en varios
sectores de su constitución a la vez, por lo cual solo a grandes rasgos es
correcta tal declaración.
No
obstante, cierto es que en esta nueva etapa correspondiente a la 2º iniciación, una gran movilización de
energías astrales tienen lugar; una especial metamorfosis del “sentir” se lleva
a cabo. Esto ocurre de la siguiente manera:
Energías
búdicas influenciadas por la
Mónada hacen impacto en los subplanos superiores del
principio astral con notable incidencia en el “sentir”. Estas energías son de
esencia de Unidad, Amor inclusivo, que producen, por correspondencia, un
conflicto con las emociones egoístas que vibran en los 3 subplanos más densos
de materia astral. Este impacto de Buddhi en el astral superior (que despierta
vibraciones especialmente en el 3er subplano) choca con las estructuras
vibracionales de separatividad egoísta y egocentrismo de la región inferior del
astral; y el impacto es tan poderoso que el conflicto psicológico es inevitable
en esta etapa.
El impacto poderoso de Buddhi en
la personalidad lleva muchas veces a las conocidas experiencias místicas en las
diferentes religiones, pero que conviven visiblemente acompañadas de conflicto.
Vivencias místicas del “Cielo” y del “Amor de Dios” son vividas en contraste
con situaciones de duelos con el “Diablo” o con el “Demonio”, que como cuentan
muchos místicos, desea ganar las almas para su redil, quitándoselas así al
“rebaño del Señor”. Esto es más visible en el Cristianismo, pero ocurre
también, a su propio modo, en todas las religiones.
En realidad, no existe ningún
“Diablo” queriendo apoderarse del alma del peregrino. Lo que ocurre es que las
energías astrales densificadas en los 3 subplanos inferiores tienen vida
propia, y se comportan como si fuesen un ente separado del individuo, quien ha
comenzado a sentir “lo superior” como propio. Entonces, todo el ‘astral
inferior’, con sus tendencias y hábitos milenarios, queda recluido a un plano
más inconsciente, desde donde lucha por prevalecer y dominar a la personalidad;
lucha por mantener el dominio que por largo tiempo tuvo en la primera etapa de
evolución humana, durante cientos de vidas. ¿No sería lógico deducir, que tales
energías astrales generadas y alimentadas por tanto tiempo no conservasen acaso
fuertes tendencias a hacerse sentir…?
En síntesis, en esta 3ª etapa de
desarrollo del principio astral, la vibración de Buddhi gana terreno en la
parte superior del astral, ocurriendo a la vez una gran purificación del astral
inferior. Esto produce la consumación de la 2ª
iniciación, dando como fruto el despertar de un sentimiento inegoista y
compasivo en el corazón del peregrino, aunque todavía con imperfecciones e
impurezas.
El 4to grado de desarrollo del
principio astral ocurre con el despertar vibracional de la materia sutil
correspondiente a los dos subplanos superiores. Es en esta región donde Buddhi
se puede reflejar con mayor claridad, haciendo reverberar su sustancia y
esencia. Esto corresponde al transcurso de las iniciaciones 3ª y 4ª, estando la
3ª vinculada al desarrollo de la mente y la 4ª al despertar claro de la Intuición ; (explicación
muy básica, que solo se da a manera de ubicación en el contexto).
Vale aquí una aclaración para
los estudiantes: La palabra “principio” se ha utilizado hasta este momento, sin
utilizar otros vocablos, como “vehículo” o “cuerpo”. Es decir que hemos hablado
de “principio astral”, y no de “vehículo” o “cuerpo astral”, como suelen
emplear muchos estudiantes, debido a que los ‘principios’ (7 en la constitución
humana) son materiales constitutivos de su naturaleza espiritual, álmica y
física, y están al comienzo de la evolución “vacíos”. Esto quiere decir que un
‘principio’ debe llenarse con materia consciente para llegar a convertirse en
“vehículo” y “cuerpo”.
Recién en la 4ta etapa del
desarrollo astral podemos comenzar a decir que el peregrino posee un “vehículo
astral”. Lo mismo vale al considerar el “principio mental”.
De esto se deduce, que el hombre
completo, realizado, es quien ha despertado con materia consciente vivificante
todos los principios de su constitución septenaria. Recién allí, podemos decir
que el hombre está plenamente desarrollado. Este es el arquetipo fusionado con el
logro; este es el Adepto.
Habiendo ya expresado los
lineamientos de las 4 etapas del progreso astral, vamos ahora a considerar el
PRINCIPIO MENTAL.
Mientras el principio astral
prosigue su proceso de purificación en la región inferior de su constitución, y
de despertar vibracional de su área superior, como se explicó; comienza en este
punto, después de la 2ª iniciación, una etapa diferente, vinculada al
desarrollo de un nuevo principio o vehículo: el MENTAL.
Hasta este momento evolutivo, la
mente solo reflejaba las astralidades de la vida inferior, pero sin tener vida
independiente y propia. A partir de esta nueva etapa, el principio mental irá
adquiriendo ‘materia’ en su propio plano hasta convertirse en un “cuerpo
mental”. Esto será desarrollado brevemente a continuación.
Ya saben los estudiantes lo
referente al funcionamiento de la mente en dos niveles: el manas inferior, y el
manas superior. La mente inferior es la que, antes de su desarrollo, solo refleja
la vida del deseo, y en la que luego sucede la actividad intelectual, teniendo
relación todo esto con la vida del ego inferior. La mente superior se relaciona
con la vida del alma. En vano sería ahondar en este tema aquí… Presuponemos que
el estudiante que lee estos mensajes ya lo ha estudiado; y en esa base
proseguimos.
La mente posee, al igual que en
el desarrollo del principio astral, un desarrollo gradual que puede entenderse
como sigue.
En la etapa posterior a la 2ª
iniciación, Devas especiales trabajan en el cerebro del peregrino produciendo
ajustes específicos que son la preparación para la nueva etapa que deberá vivir
de aquí en adelante. (Se ha llamado a estos Devas “Ajustadores del
pensamiento”, “Agnishvâttas”, “Hijos de la Mente ”, Portadores del Fuego”, etc.).
Una vez hechos los ajustes
preliminares básicos y necesarios en el cerebro y su correspondiente red
etérica, el peregrino siente una intensa inclinación (por influencia superior)
a la investigación, a la lectura y al estudio. Comienza una polarización de la
vida general del peregrino hacia el plano mental. Diversas opciones aparecen
ante sí, como posibilidad para canalizar y saciar su interés de saber, de
conocer, pudiendo inclinarse (hablando genéricamente) por las ramas científica,
filosófica, metafísica o inclusive religiosa, pero vinculada a la actividad del
intelecto y de la inteligencia, puestos al servicio del descubrimiento de la
verdad.
Aquí se presenta un error en
muchos estudiantes. Intelecto no es sinónimo de inteligencia. Mientras el
primero se mueve en el mundo de las teorías y conceptos; el segundo es el
intelecto influenciado por la luz de Buddhi.
El desarrollo de la mente puede
dividirse en 2 etapas, (aunque estas divisiones sean solo con el propósito de
explicar, ya que los límites entre ambas etapas se confunden y disipan en la
continuidad del proceso).
La 1ª etapa de desarrollo mental
comienza con el vivo interés del peregrino por el estudio y la capacitación;
surge en el individuo la necesidad de saber, de descubrir. Aquí comienza el
recorrido, que será arduo, ya que el nuevo estudiante pasará por etapas de
compromisos con sus estudios y de posterior desconsuelo, muchas veces, al ver
destruidas sus antiguas teorías por nuevas etapas de comprensión durante su
desarrollo. Esto ocurre por que al principio el estudiante toma por “verdad”
aquello que estudia. Es su energía de “entusiasmo” lo que lo lleva a tener una
actitud de apego con las ideas que está estudiando e investigando. Este entusiasmo
y apego es una nota característica de las etapas iniciales del estudiante, que
lo lleva en ocasiones al fundamentalismo ideológico o religioso.
Esta primera etapa tiene que ver
con la adquisición de las capacidades de razonamiento y pensamiento lógico,
analógico y comparativo: las primeras pautas en el camino de la correcta “reflexión”.
Cuando esta etapa va siendo conquistada, una nueva luz brilla en el aura del
peregrino y proviene de la materia mental intelectual ya vibrando con sus
formas y colores correspondientes.
Entre esta 1ª etapa y la 2ª que
le sigue no existe una marcada división, sino que es un proceso gradual. El
pasaje de una etapa a la siguiente ocurre al ir vitalizándose cada vez más la
región más sutil de manas. La evidencia de esto es que el hombre aprende a
llegar a conclusiones universales a partir de hechos particulares; esto lo
realiza a través de la abstracción mental, lo cual solo puede ser efectuado con
la mente superior. Se convierte así, poco a poco, en un “pensador causal”. Estos
desarrollos quedan en evidencia a los ojos del clarividente.
Ahora bien: en esta segunda
etapa de desarrollo de la mente, energías de la región de Buddhi comienzan a
hacerse sentir cada vez con mayor claridad, lo cual da lugar al pensamiento
creativo, inspirado o intuitivo; es decir, no como resultado del proceso
discursivo de la mente racional, sino como luz inspiradora y reveladora de
verdades esenciales, que con originalidad irrumpen en el espacio mental del
estudiante.
Se recuerda que, mientras este
proceso acontece con más recurrencia, mientras tanto, el proceso de desarrollo
del vehículo astral sigue su curso.
Para dar un fin a esta
instrucción, que no pretende ser tan solo teórica, sino señaladora de un
destino mejorado para los estudiantes, diremos que, para las etapas de
desarrollo del ASTRAL la condición necesaria es la entrega en Fe; mientras que para el feliz desarrollo del MENTAL lo
necesario es la apertura siempre
presente, durante todo el proceso de desarrollo de este principio.
La ‘entrega en fe’, está referida a “dejarse rehacer” durante el
período de confusión y crisis psicológica que el peregrino atraviesa
especialmente durante la gran purificación a la cual se somete internamente en
la 2ª iniciación. La ‘apertura’ es la
cualidad básica para el desarrollo del vehículo mental, cualidad necesaria para
no quedar varados por más tiempo del necesario en conocimientos fijos, ya que
todo se mueve, siempre, hacia ámbitos de mayor expansión y comprensión. Ambos
aspectos, la entrega y la apertura precisan de una condición
básica muy importante: el DESAPEGO.
Se forma así un ‘triángulo’
vital para el desarrollo evolutivo de cualquier estudiante:
ENTREGA – APERTURA – DESAPEGO
Quedará en vosotros, estudiantes
de la vida, el analizar esta transmisión, para observar y ver dónde debéis
ajustar las llaves internas, para vuestro progreso.
En Paz y sintonía con vuestras
almas:
Hermanos de ERKS.
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