EL HABITANTE DEL UMBRAL
Esta
instrucción estará destinada a un tema poco comprendido por los estudiantes: el
“habitante del umbral”, también llamado por los antiguos ‘morador’ o ‘guardián’
del umbral.
Poco
ha sido escrito sobre este tópico, y lo poco que fue escrito deja muchos
espacios vacíos del conocimiento sin completar, por lo cual ahora daremos
algunas señales de comprensión a cerca de este punto. Veréis que es posible
vincular esta instrucción con otras que han sido ya transmitidas anteriormente
por esta vía de contacto, de la misma serie “A los Estudiantes” que de a poco se están entregando.
En
transmisiones anteriores se instruyó sobre el desarrollo escalonado y por pasos
del principio astral y del principio mental en el hombre. Se dieron
ciertas pautas claras que no se habían expresado anteriormente por ningún otro
medio, y se explicaron también algunos temas relacionados al “Cuerpo Causal” y
al “Cuerpo de Luz” (ó Cuerpo Búdico ó Solar) que tejiéndose está en algunos
discípulos del mundo. En esas transmisiones se dieron pautas claras, aunando
enseñanzas esparcidas por el mundo y se entretejieron con esos conocimientos
nuevas luces para el aprendizaje. El buen estudiante sabrá ver bien esto.
Debe
ser bien entendida la anatomía oculta humana, al menos mediante el estudio
claro y preciso por más de una fuente, si se quieren capitalizar bien las
enseñanzas que en estos fascículos se vierten.
El
estudio por diferentes fuentes es importante, por que ninguna rama en
particular del conocimiento esotérico que existe en el mundo, posee toda la
verdad, y ninguna está exenta de errores. En todas las ramas del conocimiento y
del saber, especialmente en el área espiritual y esotérica, siempre se han
filtrado imperfecciones, “coloreos” de la personal interpretación de los
significados puros, los cuales al entrar al campo del intelecto humano adquiriendo
forma en palabras y símbolos, pierden en algún grado la pureza de su arquetipo
original. Es por este motivo, en razón de la imposibilidad del hombre actual de
precipitar en forma pura el conocimiento oculto, que sugerimos y dirigimos a
los estudiantes a investigar las verdades plasmadas en las ramas científica,
filosófica y esotérica, en forma ‘abierta’, por que las “esencias” arquetípicas
originales vibran en parte en muchas escuelas del saber, pero en ninguna
escuela en particular se encuentra en forma completa, pura y sin errores.
Cuando
el estudiante está abierto y es penetrante y agudo, sabiendo “leer entre
líneas”, puede ver detrás de las apariencias y descubrir la verdadera esencia
pura inmanente a las formas. Así es como puede empezar a relacionarse en forma
directa con la verdad, dejando de lado las “banderas” y “partidismos”, es
decir, las tendencias o preferencias personales por ‘tal o cual’ doctrina, en
aras del saber real, impersonal y trascendente. Este es, por cierto, o debería
ser, el espíritu real del “estudiante”.
Una
vez que están claros los significados acerca de “el hombre y sus cuerpos”
(principios constitutivos) y sobre qué es la evolución y cómo procede, recién
allí pueden anclar nuevos conocimientos complementarios. Tal es el propósito de
estos escritos. Es por ello que se recomienda, a quien no haya comenzado su
estudio por “las bases” esotéricas (teosofía o gnosis tradicional), que lo
haga, antes de proseguir con la lectura y estudio de estos escritos, por que de
no tener una base sólida no podrá aprovechar bien todo lo que aquí se está
entregando.
Ahora
bien, ya aclarados estos puntos, proseguimos con el tema que nos ocupa:
¿Qué
es el ‘habitante del umbral’?
¿Existe
realmente tal entidad?
¿Cómo
ha sido creada…? ¿Cómo y cuando llega a su fin?
Preguntas
son estas que serán respondidas, en clave o en esencia, a medida que transcurra
esta transmisión. Para el desarrollo comenzaremos con el siguiente concepto:
“La evolución del
hombre es el camino de la mónada humana
por los espacios de mundos materiales-temporales”.
Este concepto debe ser bien
entendido. La Mónada, el verdadero “peregrino”, viaja hacia mundos inferiores
respecto de su propio plano, para peregrinar en dichas dimensiones materiales
de espacio-tiempo.
¿Por
qué y para qué lo hace?
Por
que la Mónada ó Chispa espiritual está en evolución y posee en su propia
esencia el impulso hacia el progreso. Las mónadas son chispas solares del Gran
Fuego del Logos Solar. El Logos emana de su propia Fuente “semillas” de vida,
las cuales necesitan encontrar las condiciones propicias para su brote,
crecimiento y florecimiento.
Las
mónadas salen de la Fuente Solar como “semillas”, pero deberán convertirse, con
la evolución, en frondosos árboles llenos de vida y cargados de frutos. Este
tipo de simbolismo clásico es frecuentemente empleado para ayudar a comprender
este tema.
La
Mónada atraviesa por diferentes reinos de vida antes de convertirse en mónada humana, y esto es bien conocido
por los estudiantes versados; es por ello que se suele hablar de “mónada mineral”,
“mónada vegetal”, “mónada animal” y “mónada humana”, señalando de esta manera
las diferentes etapas evolutivas que la Chispa Solar atraviesa en su camino,
que va desde su condición inicial como “semilla”, hasta su condición
desarrollada de “árbol”; es decir, desde
su inicio como chispa incipiente e inconsciente hasta el desarrollo de la
autoconsciencia transcendente.
Es importante que el estudiante
reflexione sobre estos conceptos, por que detrás de las palabras empleadas se
encierra una verdad que es básica e importante para cualquier avance posterior
en comprensión.
Esta
breve reseña nos permite ubicarnos en la mónada
humana, que es el punto en el cual se desarrolla la conciencia individual,
y donde surgen los espejismos y las ilusiones asociadas a los procesos de
desarrollo de los principios ASTRAL y MENTAL del ser humano, es decir, al
surgimiento de la ‘psiquis’ y todo lo relacionado a sus procesos de
transformación durante la evolución.
El hombre es en realidad, La Mónada misma,
que habiendo adquirido cierta autoconsciencia individual, recorre el sendero
que la vinculará, en las cumbres del progreso, a la Vida Universal, pero en
forma “consciente”, y en pleno dominio de sus facultades adquiridas en los
mundos materiales.
Tal desarrollo va, desde la vida precaria y
poco autoconsciente del hombre primitivo, hasta la expresión del Adepto, el
hombre iluminado y en el cenit de su desarrollo (en lo que atañe a las
posibilidades que la etapa humana permite).
En
la franja intermedia de la evolución monádica humana, que va, como dijimos, del
hombre primitivo al hombre iluminado, existe un ‘proceso iniciático’ que el
alma humana deberá ir atravesando llegado su momento, que sería como los
‘escalones’ que el hombre debe subir, uno a uno, para llegar desde “la base”,
el inicio de la evolución como hombre
pensante, hasta “la cumbre”, el fin de la evolución como hombre liberado.
Este
proceso iniciático, semejante a escalones en la gran escala evolutiva, procede
por niveles de conciencia, y a cada uno de esos niveles de conciencia se accede
a través de “pruebas de vida”: experiencias vitales eslabonadas que van
revelando cada vez, un nuevo estadio de comprensión, una nueva forma de ver, sentir,
y vivir la vida.
A
cada nivel iniciático corresponde un cambio real en la vida del ser humano.
Esos cambios ocurren a nivel energético en primer lugar, ocurriendo
polarizaciones y tensiones distintas en el esquema de chakras del ser humano,
lo que da por resultado cambios a nivel sentir, pensar y ser. Los procesos son
continuos y las características y cualidades que se desarrollan en cada
‘escalón’ de conciencia son claras para el iniciado avanzado, aunque
habitualmente confunden al estudiante.
En
el transcurso de anteriores transmisiones se relacionó a las primeras cuatro
iniciaciones con modificaciones y procesos en los principios del hombre:
el astral, el mental, y el despertar del principio búdico como conciencia. Se
señaló ciertas correspondencias entre las etapas de desarrollo de tales principios y las iniciaciones. Se explicó que el proceso de desarrollo iniciático
está vinculado al despertar de “materia consciente” en cada subplano de los
planos astral, mental y búdico de dichos principios constitutivos de la
naturaleza humana, (que forman parte del gran plano físico-cósmico). De manera
que, tales principios, en sus inicios
‘vacíos’ de toda materia vitalizada con “conciencia”, se transformasen a través
de las experiencias, en “vehículos” o “cuerpos” para la expresión de la Vida
espiritual.
Recordamos que cada ‘principio’
de la constitución humana, al ser regenerados energéticamente a través de la
evolución con el elemento ‘conciencia’, se transforman en ‘vehículos’ o
‘cuerpos’, los cuales pueden entonces
recibir y vehiculizar con mayor transparencia y eficacia la voluntad del Logos
a través de la mónada, y los designios del Alma.
Ahora bien, este progreso, como
podrá verse, es gradual, y representa una gran transformación de la psiquis del
hombre, ya que la psiquis humana está conformada por materia astral, mental y
álmica (nombre que representa la mente superior y Buddhi); por lo tanto todo
progreso evolutivo a través de las sucesivas iniciaciones se dan en el campo
psicológico, y pueden ser estudiadas y entendidas como transformaciones y revoluciones psicológicas.
A medida que el hombre atraviesa los procesos
intermedios de la evolución humana, va ocurriendo un doble proceso:
1- Se va desplegando el Loto Egoico (“la flor de loto del alma”). Es decir que el Cuerpo Causal
se va desarrollando con su elemento principal para la construcción: “la
comprensión”. Este nuevo “cuerpo” (en el mental superior), se construye con las
“esencias”, es decir, con lo mejor y más verdadero que recoge de la vida de
experiencias en el mundo formal. Las esencias y la “síntesis” de comprensión
son los “ladrillos” con los que se edifica este nuevo Cuerpo, con materia
mental superior.
2-
Se va creando, con el resabio de
las experiencias, un ente elemental que es al cual los antiguos han llamado
“habitante o morador del umbral”. Este ente o egregor es el resultado de todo
lo bajo y denso del ser humano; es el cúmulo de vibraciones inferiores que el
hombre generó en su vida, encarnación tras encarnación. Esta entidad es el
resultado del error y el ‘pecado’ (entendido como toda ilusión que separa de la
unidad de la vida). Todo este proceso ha sido necesario por que del largo
camino sinuoso del error, han podido nacer las comprensiones tan necesarias
para el alma.
Así pues, mientras que el Cuerpo
Causal o Loto Egoico se forma y despliega con el fruto más elevado de la vida
del hombre, la comprensión y la sabiduría; el habitante del umbral, es el cúmulo de los más bajo y denso generado
durante sus encarnaciones.
Podríamos decir que, durante la
evolución, el hombre va generando su propio “ángel” y su propio “demonio”, es
decir, su Cuerpo Causal desarrollado (y más tarde su “Cuerpo de Luz”), y su
morador del umbral.
Ahora bien: En las etapas
iniciales de la evolución, cuando el hombre aún no ha entrado en “el Sendero”,
el Cuerpo Causal está muy poco desarrollado, como si fuera una flor apenas
comenzando a desplegar sus primeros pétalos, mientras que muchos pétalos
permanecen cerrados en capullo todavía hasta que vibraciones de comprensión
provenientes del mundo de la personalidad humana los hagan vibrar y
desplegarse. En estas etapas iniciales, plagadas de experiencias de
placer-dolor y de conflictos permanentes, va tomando forma y ‘vida’ el yo
psicológico básico del hombre; adquiriendo forma y sentido el “yo” y “lo mío”,
hasta alcanzar elevadas proporciones de violencia y descontrol. El resabio
vibracional de tal condición psicológica de ego-ismo y ego-centrismo es la raíz
de la separatividad, lo cual es el productor de la rueda de karma y
reencarnaciones.
Este centro ilusorio o yoidad
personal que se siente y experimenta separado del resto del mundo, tendrá
transformaciones a medida que la evolución del hombre prosigue su marcha,
pasando de ser un ego burdo y pasional, a ser un ego intelectual, y luego un
ego religioso o espiritual, pero ego al fin. (Aclaramos que hablar de “ego
espiritual” es un contrasentido…, como se comprenderá).
La sensación de ser un “yo” va
cambiando de polaridad y plano según el desarrollo del peregrino. Mientras en
la primera etapa la identificación está en lo físico y en los apegos materiales
y posteriormente en el apego afectivo y emocional, en una siguiente etapa la
conciencia se polariza más en al plano mental, pasando el peregrino a identificar
su “yo” más con sus ideas, pensamientos y creencias. Si bien aquí, el ‘yo’
intelectual ha avanzado respecto del ‘yo’ casi animal del hombre primitivo, aún
en las ideologías e ideales aparentemente más “elevados” o espirituales, la
separatividad puede estar presente, por apego. Por lo tanto, debe llegar la
etapa, y llegará, en la cual este centro ilusorio del “yo”, irá siendo
alquimizado, paso a paso, hasta alcanzar la liberación de la esclavitud al
sentimiento de separatividad.
Todo el proceso por el cual se
llega a tal Liberación final es el camino iniciático, el cual es estudiado en
los círculos esotéricos.
Al principio del peregrinaje de
la mónada por la evolución humana, no hay diferencias entre el ser humano y el habitante del umbral, ya que todas las
bajezas y errores forman parte, en esta etapa, de su misma ‘identidad’; es
decir que el hombre es uno con cada sentimiento, pensamiento o acto pecaminoso
o cruel; es él mismo el protagonista. Pero cuando el hombre empieza a vivir las
primeras etapas del proceso iniciático, entra por un camino de descubrimiento
de ideas y principios éticos universales por los cuales vivir, que dan nueva
dirección y sentido a su vida personal, por lo cual va desechando las viejas
conductas de egoísmo y separatividad. Pero cuando intenta transitar este nuevo
camino, ve que en su misma naturaleza psicológica aún viven las tendencias de
hábitos añejos que tienden a separarlo de sus ideales. Es aquí, justamente,
donde comienza verdaderamente el conflicto interno entre “lo que debo y no
debo”, entre “lo bueno y lo malo”, etc.
Este conflicto interior presente
revela la condición interna del alma, que al menos, ya ha pisado el Sendero
hacia la primera iniciación; aunque tal conflicto psicológico perdurará (aunque
con variantes notorias) hasta la tercera iniciación y umbrales de la cuarta,
tras la cual el conflicto psicológico entre bien y mal, desaparecerá.
Es justamente en este período,
el de la 4° iniciación, donde todas las vibraciones densas y cristalizadas que
se manifestaron durante las experiencias del alma en la materia, en sucesivas
encarnaciones, deben ser desvitalizadas y finalmente consumidas. Esas
innumerables vibraciones densas que fueron alimentadas durante las
reencarnaciones sucesivas, son las que dieron origen al habitante del umbral, que no es ni más ni menos que las creaciones
humanas de las cuales el hombre se debe hacer cargo en un momento de su
evolución.
Así como al Cuerpo Causal llegan
las vibraciones de luz de la comprensión que el hombre va adquiriendo, el
proceso de formación de ese depósito de Luz va dejando tras de sí, una
“sombra”, como residuo de las experiencias, y tal sombra es el cuerpo de deseos al cual eventualmente
el hombre deberá enfrentar como un ente o ‘habitante’ que se interpone en su
Sendero hacia la Liberación. Tal Liberación interna supone e implica la
disolución del deseo, la posesividad y la ignorancia, es decir, la destrucción
final del habitante del umbral.
Este “habitante” oculto pero muy
activo en el interior del hombre, es en realidad kama-manas, es decir, deseo y mente fusionados como una sola
entidad que ha adquirido tal fuerza que se puede llegar a considerar como un
ente separado de la voluntad superior del hombre. El kama-manas es el ilusorio yo inferior, formado por todas las
tendencias y grados vibracionales inferiores.
Como se explicó, en las primeras
etapas evolutivas el hombre mismo es kama-manas, él es su deseo…, pero después del paso de ciertos procesos
iniciáticos evolutivos, el hombre logra “separarse” de sus deseos (si se puede
expresar así), a través de su adhesión a ideales y principios más elevados; es
decir que ha cambiado notoriamente el foco de su identificación. Esto lo
conduce a través de una lucha interior entre las energías de sus bajas pasiones
e intereses, y el impulso de “la voz de su conciencia”, que ha comenzado a
hacerse sentir.
Todo esto trata en realidad del
cambio vibracional de la conciencia. Una forma de conciencia está muriendo,
mientras que otro de mayor nivel vibratorio está naciendo.
El momento del Armagedón interno
finaliza con el fin de esta lucha entre vibraciones, en la cual el hombre se
enfrenta a su propio morador del umbral. Pero entonces ocurre que ya no lucha más…,
sino que lo acepta, por verlo como su
propia sombra. Puede entonces ver en su miseria a la miseria humana, y se
compadece de su propia sombra y de la humanidad.
Así…, durante este encuentro con
su propio “habitante” y la aceptación del mismo, con compasión y sin
resistencia, llega a su fin la lucha, por que el Amor ha vencido, y se cumple
lo que el Nazareno dejó hace dos milenios como enseñanza poco comprendida:
“Ama a tu enemigo…”
Ese amor es el fin del conflicto.
El “umbral” es el límite entre el plano de la mente y Buddhi. Nadie
que no ame a “su enemigo”, es decir, que no acepte a su propia sombra, puede
superar el aspecto conflictivo y dual de la mente psicológica.
La aceptación y la no
resistencia es la llave que abre la puerta a la Conciencia búdica.
El morador del umbral puede
adquirir diversas formas etéricas, y plasmarse como purga y enfermedad, y puede
incluso aparecerse a ‘su creador’ como fantasma con horrendos rostros, tal cual
los íncubos y súcubos de las leyendas; pero no es más que el rostro del paso
del tiempo evolutivo plagado de dificultad, dolor, e ignorancia, por el cual el
alma humana ha tenido que ‘viajar’ estación tras estación…
Cuando esto es comprendido, todo
miedo cesa, y el amor vence.
Que la Paz del Aura de la
Jerarquía nutra vuestras almas.
Instructor Solar.